Presoterapia posoperatoria: ¿por qué importa?
Salir del quirófano tras una operación no es, ni de lejos, el final del proceso… En realidad, es cuando empieza la parte más larga (y a veces, más delicada): la recuperación.
Dolor, inflamación, esa sensación de “no estar en tu cuerpo”, el miedo a que algo no vaya bien… Y claro, la eterna pregunta: ¿hay algo más que pueda hacer para sentirme mejor y acelerar el proceso?
En esa búsqueda de alivio (y de control sobre un cuerpo que aún está recuperándose) depues de una operación , muchos han encontrado en la presoterapia posoperatoria un aliado inesperado… ¿Pero es tan buena como dicen? ¿O estamos ante otra moda pasajera que promete más de lo que cumple?
La respuesta, como casi todo en salud, no es un simple sí o no. Vamos a verlo… con calma, con detalle… y con honestidad.
Primero… ¿qué es exactamente la presoterapia?
Si nunca has oído hablar de ella, puede sonar a algo complejo —pero lo cierto es que es bastante sencilla de entender (y de aplicar).
La presoterapia es un tratamiento que utiliza presión de aire —sí, aire— para estimular el sistema linfático y la circulación sanguínea. Se realiza mediante unas botas, manguitos o un traje que se infla de forma controlada… como si te hicieran un masaje profundo, pero sin manos. Todo mecánico; todo rítmico.
Se siente como una especie de “abrazo por partes”, y lejos de ser incómodo, suele resultar bastante placentero (de esos que te hacen cerrar los ojos y soltar el aire lentamente).
Aunque es muy conocida por su uso en estética —para combatir celulitis, retención de líquidos, piernas cansadas…—, su papel como presoterapia posoperatoria está creciendo con fuerza. Y no es casualidad…

¿Qué aporta una presoterapia después de una operación?
Vamos por pasos —porque no todas las operaciones son iguales, ni todos los cuerpos reaccionan de la misma forma.
Pero hay síntomas comunes que casi todos comparten después de pasar por quirófano:
– Inflamación
– Rigidez muscular
– Sensación de pesadez
– Problemas de movilidad
– Drenaje linfático lento
– Y, cómo no, el cansancio (tanto físico como emocional)
Aquí es donde la presoterapia tiene un papel interesante. No sustituye los cuidados médicos ni hace magia… pero puede ayudar, y mucho.
Menos inflamación… más alivio
Tras una cirugía —piensa en una liposucción, una abdominoplastia, un injerto, una artroscopia— el cuerpo tiende a retener líquidos. Y esa hinchazón no solo molesta… a veces duele, limita el movimiento y ralentiza la cicatrización.
El aparato de presoterapia, al estimular el drenaje linfático, ayuda a que esos líquidos retenidos “salgan de paseo”… lo que reduce la hinchazón de forma natural. Más ligera/o, menos presión interna… y una sensación general de bienestar que empieza a notarse en pocas sesiones.
Circulación activada = tejidos mejor nutridos
¿Te suena eso de “el cuerpo se cura solo”? Pues sí… pero solo si le das lo que necesita: oxígeno, nutrientes y movimiento interno.
Cuando la sangre fluye correctamente, los tejidos operados reciben más oxígeno, las células se regeneran con mayor rapidez y el cuerpo cicatriza de forma más limpia.
Y ahí la presoterapia juega a favor. Porque no solo “mueve líquidos”; también activa la circulación sin esfuerzo… solo con aire y compresión intermitente.
El sistema linfático, ese gran olvidado
Pocas personas hablan del sistema linfático… hasta que empieza a fallar. Después de una operación, este sistema (que se encarga de eliminar residuos y toxinas del cuerpo) se ralentiza —por la inactividad, los fármacos, la inflamación…
La máquina de presoterapia actúa justo ahí: impulsa ese sistema que, sin ser protagonista, tiene mucho que ver con cómo te sientes. Porque cuando los desechos se acumulan… se nota: pesadez, piernas como de plomo, hinchazón persistente, fatiga.
Con la presión neumática aplicada correctamente, el drenaje linfático se activa… y tu cuerpo lo agradece.
Dolor, tensión… y algo de miedo
Estar dolorido después de una operación es lo normal. Pero no por eso hay que resignarse.
Muchos pacientes que prueban presoterapia dicen lo mismo: “no solo me deshincha… también me relaja”. Y no es casualidad. Porque la presión rítmica y envolvente actúa también sobre la musculatura profunda —disminuye la rigidez, alivia el dolor y proporciona un descanso que en esos días se vuelve imprescindible.
¿Te imaginas sentir que el cuerpo por fin afloja… después de días tenso, inflamado y con miedo a moverte?
Cicatrizar… más rápido (y mejor)
No se trata solo de que cierre la herida. Se trata de cómo lo hace.
Una buena cicatrización necesita buena irrigación, células nutridas y un entorno con poca inflamación. La presoterapia no acelera el reloj, pero sí crea un contexto más favorable. Menos líquidos retenidos, mejor flujo, tejidos más activos.
Y eso, sesión a sesión haciendo una presoterapia posoperatoria… se nota.

¿Y los riesgos? ¿Es segura? la presoterapia posoperatoria
Sí… pero hay que saber cuándo y cómo aplicarla.
No es un tratamiento que deba hacerse al día siguiente de la operación —ni en casa, ni porque lo viste en un vídeo. Debe estar siempre supervisado por un profesional, y ajustado a la fase de recuperación en la que estés.
Hay situaciones donde está contraindicada:
– Trombosis venosa profunda
– Infecciones activas
– Heridas que no han cerrado bien
– Problemas graves de circulación
– Fiebre o reacciones postoperatorias agudas
Y en otros casos… simplemente hay que esperar unos días. La mayoría de profesionales recomiendan empezar entre 7 y 14 días después de la cirugía (aunque eso depende de cada caso).
¿Cómo se hace? ¿Cuánto dura?
Una sesión normal de presoterapia dura entre 30 y 45 minutos. Se hace acostado, sin dolor, sin esfuerzo. Solo hay que dejarse llevar por la presión que se aplica —de forma rítmica y secuencial— en piernas, abdomen o brazos (según lo que se necesite).
Suele recomendarse una frecuencia de 1 a 2 veces por semana, como parte de un plan integral de recuperación… no como un remedio aislado. Hay Centros y clinicas de belleza donde te van a recomendar la mejor frecuencia.
Un apunte para quienes tienen un centro o están pensando en abrir uno…
Si gestionas un centro de estética o bienestar, comprar presoterapia profesional puede ser una apuesta muy interesante.
¿Por qué? Porque no solo te permite ofrecer servicios estéticos —también puedes atender a personas que se están recuperando de cirugías, necesitan aliviar edemas o buscan un tratamiento complementario.
Eso sí: la clave está en elegir bien. No todos los equipos ofrecen la misma presión, ni los mismos resultados. Un buen equipo debería tener varias cámaras de compresión, regulación precisa de la presión, trajes cómodos y servicio técnico fiable. Porque cuando el equipo es bueno… se nota (y el cliente lo comenta).
¿Entonces… vale la pena?
No lo cura todo. No sustituye a los médicos. No borra el postoperatorio.
Pero sí puede ayudarte a sentirte mejor, antes. Y cuando estás pasando por una recuperación lenta, eso ya es mucho.
La presoterapia es, en muchos casos, ese “extra” que marca la diferencia entre recuperarte y recuperarte con calidad de vida.