Cuando empecé a trabajar pensé que la presoterapia preventiva era solo un “plus” estético, algo para quienes ya tenían celulitis o piernas cansadas. Pero con el tiempo —y viendo los resultados — entendí que su verdadero poder está en la prevención . Y no, no es magia… pero casi.
Nuestro cuerpo es una máquina increíble, pero necesita que le cuidemos, sobre todo si pasamos horas sentados frente a una pantalla, de pie en el trabajo, o si nuestro estilo de vida (o incluso nuestros genes) nos juegan en contra. Hinchazón, piernas pesadas, esas venitas que empiezan a asomar, esa retención que no se va… no son “cosas normales”. Son señales. Y la presoterapia puede ser esa alarma temprana que evita que los problemas se instalen.
¿Cómo funciona la presoterapia como Prevención?
Imagina que te dan un masaje linfático, pero constante, rítmico y que sube desde los tobillos hasta el abdomen. Eso es, básicamente, lo que hace la presoterapia: con unas botas o mangas neumáticas, aplica presión ascendente para empujar la linfa y la sangre de vuelta al corazón. No es invasivo, no duele, y la mayoría de la gente hasta se queda dormida en la camilla.
Lo bonito es que, al comprar una presoterapia y mejorar la circulación, no solo te sientes más liviano/a, sino que estás evitando que los tejidos se intoxiquen, que los líquidos se estanquen, que la piel pierda tonicidad… en serio, es como hacerle un reseteo al sistema

Beneficios Preventivos de la Presoterapia: Más allá de lo que ves en Instagram
Evita problemas circulatorios con la presoterapia como tratamiento preventivo, antes de que aparezcan.
1. ¿Sabías que más de 1 de cada 3 adultos tiene algún grado de insuficiencia venosa? Lo dice la OMS, y créeme, en consulta lo veo todos los días: gente joven, delgada, activa… que de repente empieza con hormigueos, calambres nocturnos o esa sensación de que las piernas “no son suyas”. Si trabajas sentado, si estás embarazada, si tomas anticonceptivos o simplemente tu mamá o tu abuela tuvieron varices… la presoterapia como tratamiento preventivo es tu mejor aliado antes de que aparezca el problema.
Tu piel te lo agradecerá (y no solo por lo estético)
La celulitis no es solo un “defecto”. Es el resultado de una mala circulación + retención + fibrosis. La máquina de presoterapia rompe ese círculo vicioso. No te va a dejar con piernas de modelo de portada (eso depende de muchos factores), pero sí evita que la piel se vuelva esa “cáscara de naranja” que tanto nos desanima. Y ojo: también estimula el colágeno y la elastina. O sea, ¡firmeza extra sin inyecciones!
Bienestar General: Cuando Tu Cuerpo Dice “Gracias”
No es solo cuestión de piernas lindas o sin dolor. Es esa sensación de “después de la sesión, respiro mejor”. Porque al eliminar toxinas, reducir la inflamación y oxigenar los tejidos, tu cuerpo entero se relaja. Los deportistas la usan para recuperarse más rápido. Madres, para sobrevivir al tercer trimestre. Oficinistas, para no arrastrar los pies al final del día. Es bienestar con nombre y apellido.

¿Entonces… la presoterapia es para todos?
Aquí viene la parte en la que muchos se emocionan y quieren probar ya. Pero ojo: no es para todos, y eso está bien . Como todo tratamiento, tiene sus “sí” y sus “no rotundos”.
Para quién si recomiendo la presoterapia como tratamiento preventivo:
- Oficinistas, conductores, programadores… cualquiera que pase 8 horas sentado sin moverse.
- Profesores, enfermeras, peluqueros, chefs… esos héroes que están de pie todo el día.
- Mujeres en etapa hormonal cambiante: anticonceptivos, premenopausia, menopausia… ¡la circulación se resiente!
- Embarazadas (¡siempre con OK del médico!) para evitar que los tobillos desaparezcan y las várices se instalen.
- Deportistas que quieren prevenir lesiones y recuperarse como campeones.
- Si en tu familia “las piernas no son buena herencia”, empieza antes, no después.
- Y sí, también para quienes quieren mantener su piel firme sin recurrir a agujas o cirugías.
Para quién NO (o solo con supervisión médica estricta):
- Si tiene trombosis activa o antecedentes recientes.
- Insuficiencia cardíaca grave o problemas arteriales avanzados.
- Infecciones, heridas abiertas, quemaduras o úlceras en las piernas o abdomen.
- Cáncer activo (a menos que tu oncólogo lo indique específicamente, como en casos de linfedema post-cirugía).
Insisto: antes de empezar, habla con un profesional. No es paranoia, es sentido común.
¿Cada cuánto hay que hacerla?
No hay una fórmula mágica, pero te doy una guía realista, basada en lo que veo funcionar:
- Para mantenimiento general: 1 vez por semana, 30-45 minutos. Ideal si tu vida es sedentaria o estresante.
- Si tienes factores de riesgo (embarazo, obesidad, antecedentes familiares): 2 veces por semana durante 1-2 meses, luego 1 cada 7-10 días.
- Para prevenir celulitis o retención: 2 veces por semana el primer mes, luego 1 cada 10-15 días. La constancia es clave — esto no es “hago una sesión y listo”.
Mitos que escucho
- Mito: “La presoterapia para adelgazar”. → Realidad: No quema grasa. Pero sí reduzca el volumen al sacar líquidos acumulados. ¡No es lo mismo, pero se nota!
- Mito: “Solo sirve si ya tengo varices o celulitis”. → Realidad: Justo al revés. Es como ir al dentista antes de que te duela la muela. Previene. Y es mucho más efectiva así.
- Mito: “Es incómodo o duele”. → Realidad: La mayoría se queda dormida. Es como un abrazo rítmico que sube por las piernas. Relajante, de verdad.
- Mito: “Puedo hacerlo sin consultar a nadie”. → Realidad: Si tienes alguna condición cardiovascular, hormonal o de coagulación, ¡habla con tu médico! No es paranoia, es cuidarte bien.
Conclusión: ¿Vale la pena invertir en la Presoterapia como tratamiento Preventivo?
La presoterapia no es un milagro, ni reemplaza el ejercicio, la alimentación o el descanso. Pero como herramienta preventiva… es de las mejores que existen. No es un lujo, es una inversión en tu salud a largo plazo.
Si te cansas de llegar a casa con las piernas hechas trizas, si odias esa sensación de hinchazón que no se va, si quieres evitar que los problemas circulatorios te tomen por sorpresa… dale una oportunidad. Con constancia, con sentido común, y con asesoramiento profesional.
Tu cuerpo no te pide mucho. Solo un poco de atención antes de que grite. Y créeme, cuando empiezas a cuidarlo así… te lo devuelve con creces.
